El adicto que mantiene a toda la familia, el practicante de meditación y el sabio que anhela la paz pueden estar esforzándose por lo mismo: deshacerse de los malos hábitos para vivir en armonía y seguridad. Los hábitos determinan nuestro camino, y cambiarlos puede conducir a un camino hacia la alegría.
Toda persona tiene buenos y malos hábitos. Los malos pueden causar sufrimiento y los buenos, alegría. Comprender cómo se forman y cambian los hábitos nos permite liberar energía y concentrarla en crear un cambio alegre.
Los hábitos se forman a través de la repetición de pensamientos y acciones. Cuanto más los repetimos, más fuertes se vuelven. Este principio puede utilizarse para romper los malos hábitos prestándoles menos atención y centrándonos en los hábitos deseados.
A menudo escapamos a los placeres que nos proporcionan los malos hábitos. Repetir esta secuencia crea dificultades adicionales. En su lugar, debemos trabajar sobre los errores y buscar formas de resolver los problemas.
Los malos hábitos pueden ir desde el tabaco y el alcohol hasta las adicciones a las redes sociales. Producen placer a corto plazo, pero al final acarrean dolor.
Para empezar a cambiar, hay que reconocer que luchar contra los malos hábitos puede ser doloroso, pero merece la pena. Pasos graduales como la autorreflexión y evitar el entorno favorecen el cambio.
La fuerza de voluntad y las afirmaciones positivas ayudan a combatir los hábitos. Se convierten en parte de la personalidad y motivan el esfuerzo continuo.