Estudios modernos confirman que la obesidad representa una grave amenaza para la salud y aumenta significativamente el riesgo de desarrollar numerosas enfermedades crónicas. Según la Asociación Americana para el Estudio de la Obesidad, alrededor del 17% de los jóvenes ya tienen sobrepeso, lo cual es alarmante para los especialistas y requiere atención inmediata.

Una de las complicaciones más comunes de la obesidad es la hipertensión arterial. Un tercio de los pacientes con hipertensión tiene sobrepeso, lo que empeora el estado de los vasos sanguíneos y aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas. Además, los niveles altos de colesterol suelen acompañar al sobrepeso, creando condiciones favorables para la formación de placas ateroscleróticas.

La diabetes mellitus tipo 2 es especialmente peligrosa y se presenta en el 97% de las personas obesas. Esta enfermedad provoca trastornos metabólicos y reduce significativamente la calidad de vida del paciente, causando complicaciones en muchos órganos y sistemas.

Patologías cardiovasculares como la enfermedad coronaria, el infarto de miocardio y las arritmias son comunes en personas con sobrepeso. Los depósitos de grasa en la zona abdominal contribuyen a un mayor riesgo de accidente cerebrovascular, ya que afectan la circulación sanguínea y aumentan la probabilidad de oclusión vascular.

La obesidad también afecta al sistema musculoesquelético. La osteoartritis es frecuente, especialmente en mujeres, afectando las articulaciones de las rodillas y provocando dolor y limitación de la movilidad. Además de los problemas físicos, el sobrepeso causa trastornos psicológicos, como depresión, trastornos alimentarios y baja autoestima.

Además, la obesidad afecta negativamente al sistema reproductivo femenino. Las irregularidades menstruales, la falta de ovulación y la infertilidad son consecuencias comunes del sobrepeso. Es importante comprender que la obesidad no es solo un problema estético, sino una enfermedad grave que requiere un enfoque integral de tratamiento y prevención.