Muchos padres se preguntan si es necesaria una almohada para su bebé. Los adultos están acostumbrados a dormir con almohada y quizá piensen que los niños también deberían usarla para dormir cómodamente. Sin embargo, conviene recordar que, para los niños menores de dos años, una almohada no sólo es innecesaria, sino que además puede ser peligrosa.

Uno de los principales peligros asociados al uso de una almohada para bebés es el riesgo de asfixia, sobre todo si el bebé está tumbado boca abajo sobre la almohada. Los bebés aún no tienen la capacidad de darse la vuelta con seguridad mientras duermen, por lo que debe evitarse colocar una almohada debajo de la cabeza o alrededor del bebé. Es importante que haya suficiente espacio alrededor del bebé dormido para permitirle cambiar de postura sin obstrucciones.

Otro aspecto importante es mantener la forma correcta de la columna vertebral del bebé. Los bebés tienen una cabeza mucho más grande en relación con su cuerpo que los adultos, por lo que es importante para un sueño saludable que la cabeza y el cuello queden planos, sin el apoyo adicional de almohadas.

También hay que tener en cuenta que el uso de almohadas puede contribuir a aumentar el riesgo de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL). Los pediatras recomiendan que los niños de los primeros años de vida duerman sobre superficies seguras especialmente diseñadas y desprovistas de almohadas y mantas blandas.

Es importante recordar que la decisión sobre cuándo introducir una almohada en el sueño de un niño debe considerarse y tomarse con asesoramiento médico. En la mayoría de los casos, a partir de los dos años y cuando el niño ya sabe darse la vuelta con seguridad, los padres pueden introducir gradualmente la almohada, pero deben proceder con cautela y vigilar atentamente la reacción del niño.