El kéfir, esa "segunda bebida de los dioses", no se prepara a partir del néctar de los olímpicos, sino de leche pasteurizada bastante corriente. Pero el kéfir moderno es un producto del progreso científico y tecnológico, para cuya preparación se utilizan fermentos especialmente criados.

El kéfir no puede considerarse simplemente un producto lácteo fermentado, sino que difiere de todos sus "parientes" de leche fermentada.

El kéfir tiene dos procesos de fermentación simultáneos. Uno de ellos lo conocemos bien por el ejemplo de la masa madre: se llama fermentación láctica, por lo que el kéfir se sigue clasificando como producto lácteo fermentado.

Pero el segundo proceso de fermentación es bastante inusual en las bebidas lácteas fermentadas: se trata de la fermentación alcohólica, provocada por la levadura láctica.

La presencia de bacterias lácticas en el kéfir tiene un efecto beneficioso sobre la flora intestinal, suprimiendo los procesos de fermentación y putrefacción.

Producido por microorganismos kéfir componentes de esta bebida tienen un efecto tónico débil, por lo que el kéfir tiene un efecto positivo sobre los sistemas cardiovascular y nervioso.

Además, el kéfir aumenta la secreción de jugos en el estómago y la liberación de jugos pancreáticos en el intestino.

El kéfir normaliza el sistema urinario: aumenta la diuresis, afectando al metabolismo del nitrógeno, contribuyendo a la eliminación de sus productos, y elimina urea, fosfatos, cloruros.

En este sentido, el kéfir se recomienda como un componente obligatorio de una dieta nutritiva de los niños pequeños.