Los alimentos que consume un niño tienen un impacto significativo no sólo en su salud física, sino también en su estado psicológico. Es evidente que no sólo cambian los niveles de energía después de comer, sino también el comportamiento del niño. Muchos padres pueden confirmar que después de comer ciertos alimentos sus hijos se vuelven más agresivos o, por el contrario, pasivos.

Es bien conocido el excesivo amor de los niños por los dulces. Los deliciosos dulces y las bebidas gaseosas atraen a todos los niños. A menudo, los padres les permiten disfrutar de estos productos sin pensar en cómo afectan a la salud y el comportamiento de sus hijos.

Sin embargo, a pesar del atractivo de los dulces, el exceso de azúcar puede provocar una rápida liberación de insulina, que a su vez reduce los niveles de azúcar en sangre. El resultado es mal humor, impaciencia o incluso hiperactividad en el niño. Los niveles bajos de azúcar provocan la producción de hormonas del estrés, lo que empeora aún más el comportamiento.

Es importante tener en cuenta que el azúcar está presente en muchos alimentos, y no todas las formas de azúcar son siempre perjudiciales. Los hidratos de carbono complejos, como la fructosa y la lactosa, proporcionan energía de larga duración y evitan los picos repentinos en el estado emocional del niño.

Pero no sólo el azúcar puede alterar el comportamiento de un niño. Los productos que contienen cafeína también pueden afectar a su organismo y provocar cambios en su comportamiento. Por eso, leer atentamente las etiquetas de los productos que consume tu hijo es una preocupación para su sistema nervioso.

Algunos alimentos, como la sémola o la carne, consumidos antes de acostarse pueden causar problemas gastrointestinales, impidiendo que el niño descanse adecuadamente. Por su parte, los colorantes alimentarios como el amarillo y el rojo también pueden empeorar el comportamiento de algunos niños.

Un elemento importante para la salud del niño son las grasas omega-3, cuya carencia puede provocar distracción e hiperactividad. Por ello, los padres deben proporcionar a su hijo variedades grasas de pescado marino y aceite vegetal prensado en frío.

Un enfoque equilibrado de la dieta del niño desempeña un papel importante en su bienestar físico y emocional general. Los padres, al elegir sabiamente los alimentos, contribuyen a la energía y satisfacción del niño, lo que tiene un efecto positivo en su comportamiento.