Cuántas veces nos han dicho: "¡Relájate! Las células nerviosas no se regeneran" o "No te preocupes, todo irá bien". Cuántas veces hemos oído esto pero no lo hemos creído, continuando enterrados en nuestros problemas y preocupaciones. ¿Sirvió de algo? Difícilmente.

El principal problema es que no sabemos relajarnos como es debido. Cuando el trabajo es agotador y la rutina nos corroe, esperamos con impaciencia los fines de semana. Pero a menudo los pasamos delante del televisor y en casa. Como resultado, el domingo pasa volando y nos espera una larga semana.

Por suerte, hay una forma de hacer que la relajación sea más productiva. Para aprender a relajarse, hay que recurrir a la sabiduría milenaria de la meditación. La meditación no es una actividad complicada para unos pocos elegidos, sino una práctica de autocrítica y relajación al alcance de todos.

La meditación es una amplia gama de técnicas diseñadas para relajar el cuerpo y aquietar la mente. A diferencia de la ensoñación ordinaria, la meditación es una práctica espiritual activa que permite realizar un viaje interior, limpiando la mente y el alma.

La práctica regular de la meditación desarrolla las áreas del cerebro responsables de la atención y la toma de decisiones y mejora la concentración. Viajar al interior de uno mismo no es tan difícil como parece, pero requiere dominar la técnica y realizar los ejercicios correctamente.

Las prácticas meditativas implican varios pasos: mantener una postura determinada, concentración, observación de los pensamientos y meditación propiamente dicha. También se puede meditar en movimiento, caminando o haciendo footing. Lo principal es concentrarse en el mundo interior y "dejar" de pensar, alejándose de las preocupaciones cotidianas.

El objetivo de la meditación es desconectar temporalmente la parte de la psique que está constantemente procesando información. Es importante alcanzar un estado de éxtasis, cuando la mente está vacía y llena al mismo tiempo, lo que permite observar lo que ocurre en ella sin implicación emocional.

La meditación requiere concentración y estado de alerta. El meditador controla sus reacciones y emociones, liberando la mente de pensamientos y complejos negativos. En este estado, es más fácil aceptarse a uno mismo y al mundo que nos rodea.

Las prácticas meditativas son buenas para la salud: pueden reducir los dolores de cabeza y menstruales, bajar la tensión arterial y la frecuencia cardiaca, aliviar la ansiedad y paliar enfermedades crónicas. La meditación ayuda al cuerpo a autorregularse y a superar muchas dolencias.

Los médicos reconocen que muchas enfermedades están relacionadas con emociones y deseos incontrolados. La meditación ayuda a hacer frente a esto normalizando los procesos bioquímicos del cuerpo y mejorando la salud en general.