La transición de las vacaciones a los días ordinarios es un verdadero desafío para muchos. Especialmente después de unas largas vacaciones o vacaciones, cuando el ritmo de vida se ralentizaba y la vigilia matutina sustituía a las largas horas de descanso nocturno. El regreso al trabajo suele ir acompañado no sólo de un descenso del estado de ánimo, sino también de una cierta sensación de fatiga que puede afectar a la productividad. Aunque muchas personas consideran esto como una señal de debilidad, en realidad es bastante natural.
La investigación muestra que el ocio puede afectar realmente a nuestras habilidades mentales. El tiempo de relajación da como resultado una disminución del coeficiente mental en 20 puntos, lo que a su vez dificulta la realización de tareas complejas y la toma de decisiones importantes en los primeros días de trabajo. Por lo tanto, es importante no sobrecargarse y tratar de resolver todos los problemas a la vez. Comience con la planificación, la evaluación de las tareas actuales y la priorización de los casos.
Es importante no entrar en pánico y no esperar resultados altos de ti mismo inmediatamente. Al principio es útil organizar un día de «revisión» cuando se puede familiarizarse con el trabajo acumulado, entender las pequeñas tareas y prepararse para proyectos más serios. Por lo tanto, no solo puede reducir el estrés, sino también entrar sin problemas en el proceso de trabajo sin crear tensión innecesaria.
El confort psicológico también desempeña un papel importante en la adaptación con éxito. El buen humor ayuda a mantener el contacto con los colegas y establecer la comunicación en el colectivo. Por ejemplo, compartir impresiones sobre las vacaciones, historias sobre regalos y momentos divertidos no solo puede aliviar la atmósfera, sino también elevar el estado de ánimo. Y aún más fácil, pero más eficaz, habrá pequeñas pausas para el café o ejercicios físicos que ayudarán a relajarse y recuperar la fuerza.