Investigadores franceses han identificado sustancias cancerígenas en los cigarrillos electrónicos, lo que los hace tan peligrosos como los cigarrillos convencionales.
Las pruebas realizadas en diez modelos diferentes de e-cigarrillos mostraron que los niveles de formaldehído en tres de ellos igualaban a los de los cigarrillos convencionales, y la concentración de la molécula tóxica acroleína superaba incluso a la de los cigarrillos de tabaco.
Además, los cigarrillos electrónicos han sido objeto de críticas por la falta de tapas protectoras que impidan el acceso de los niños a los dispositivos. Se ha señalado que la nicotina en forma líquida que contienen estos cigarrillos puede ser peligrosa para los niños.
Los cigarrillos sin tabaco, inventados originalmente en China en 2003, están provocando debates en Francia sobre la posibilidad de prohibir su uso en lugares públicos. Los funcionarios también han sugerido que los cigarrillos electrónicos deberían controlarse de forma similar a los cigarrillos convencionales: restringiendo la venta a menores y prohibiendo la publicidad.
Actualmente, Francia permite el uso de e-cigarrillos en bares, restaurantes y otros lugares públicos, y alrededor de un millón de franceses ya se han aficionado a este tipo de tabaco.